Myriam Leal
Él sabía de sus ovejas descarriadas
gustosas del pecado
y las acostumbraba visitar
cuando las buenas gentes dormían
Por eso a nadie le sorprendió
verle aquella noche hablar con Lola
y menos que al día siguiente
ella se fuera del pueblo como las otras
- Hija mía, el sufrimiento te redimirá-
dijo, y tocó su frente con una cruz
-Él dió su sangre por ti
y la tuya le pertenece a Él -
dijo cortando con el borde del cáliz
la palpitante carótida
que comulgó con el vino
en el instante en que empezó la misa.
..
2 comentarios:
Myriam, es una alegría tenerte en nuestro Blog.
Un abrazo en la amistad y la poesía
Myriam, a tu sensibilidad, agregarle esa claridad dura y (como suelo decir) suave como el acero que algunas mujeres saben ejercer! Bello.
Publicar un comentario