Ella baila sola
colgando su presencia
de la nada
sumada a la memoria
de unos pasos
Ella baila llora ríe flota
acaso más divina
que el común inmortal
Extrañamiento de gnomos
en sus ojos
Las piernas a trasluz
huesitos de alabastro
Ella baila
tejiendo galaxias a crochet
dudando de su esencia
mirando hacia este suelo
con pavor
Ella baila sola / loca
Los hombres que la aplauden
no hacen sombra
Como un depredador entraste en casa,
rompiste los cristales,
a piedra destruiste los espejos,
pisaste el fuego que yo había encendido.
Y sin embargo, el fuego sigue ardiendo.
Un cristal me refleja dividida.
Por mi ventana rota aún te veo.
(Con tu cota y tu escudo me miras desde lejos).
Y yo, mujer de paz,
amo la guerra en ti, tu voz de espadas,
y conozco de heridas y de muerte,
derrotas y saqueos.
En mi hogar devastado se hizo trizas el día,
pero en mi eterna noche aún arde el fuego.
En este cuerpo en el cual la vida ya anochece vivo yo Vientre blando y cabeza calva Pocos dientes Y yo adentro como un condenado Estoy adentro y estoy enamorado y estoy viejo Descifro mi dolor con la poesía y el resultado es especialmente doloroso voces que anuncian: ahí vienen tus angustias Voces quebrada: ya pasaron tus días La poesía es la única compañera acostúmbrate a sus cuchillos que es la única
Amanece en mi calle un sábado vedado de lluvia,
a viva voz, de mañana una mujer
exhibe su impaciencia, su amor o desamor,
mientras enmudecen gorriones en las cornisas.
Hacia un balcón gravita en sigilo la muerte,
alguien arropa su imagen
luego hace del amor un sonajero.
Sorprendido por un tímido sol
un piano esparce sus secretos
por los patios dormidos
yo, vivo o muero cada día en mi calle.