Edgar Alberto Caicedo
Una mujer a la orilla de un puente miró mi destino.
Esta secreta curva de mis días,
vuelo de ave lavada de invierno.
Mas que sus palabras fueron sus ojos
Habrá mucho amor y perderás en el amor
Bajo este alto y viejo almendro
te aguardo secreta de ojos de infinito.
También te hablaría de la ceniza que muerde mi lengua
y de la canción escuchada bajo el limonero de la infancia.
¡Ah ruina de mis pasos!
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